Nueve años de aquella efeméride

Argüello intentando robar el balón a Ronaldo en el Bernabéu
Argüello intentando robar el balón a Ronaldo en el Bernabéu

Aunque el paso de los años continúe, aquella eliminatoria del torneo del K.O. jamás será olvidada.

Temporada 2006/2007. Tras un verano intenso en lo deportivo, la frente del Dios galo aún resuena en el pecho del italiano Materazzi, y las tertulias deportivas de medio continente persisten en conjugar toda una suerte de causas que argumenten la transitoria locura de Zizou. Oliveira se marcha al Milan convertido en una estrella mientras que el Kun Agüero aterriza en el Atleti. Los traspasos estivales de Ibrahimovic y Shevchenko acaparan las portadas e informativos deportivos en toda Europa, y un Barça campeón de todo con Rikjaard aspira a un título de Liga que, como de costumbre, tendrá que pelear con el Real Madrid de Los Galácticos: Van Nistelrooy y Ronaldo, dos de los mejores arietes de las últimas décadas, formaban la afilada punta de lanza del equipo blanco, mientras que Ronaldinho, Eto´o y Messi representaban la excelsa amenaza blaugrana. Valencia y Sevilla, bien reforzados durante aquel verano, constituían el principal escollo para los grandes. Ante un campeonato liguero previsiblemente apretado, la Copa del Rey, ganada en la temporada anterior por el Espanyol de Tamudo y De la Peña, se convertía en oportunidad ideal para aquellos que no  lograran finalmente otros títulos, o para los que ya comenzaran la temporada necesitados de éxitos.

Como el Real Madrid, avergonzado en la campaña anterior por un Barça que lo aventajó en 12 puntos en Liga, y que encaraba el mes de Octubre con compromisos en campos difíciles. Atlético, Barcelona, y partido de Copa como visitante en el campo de un equipo de 2ª B, el Écija Balompié. Un segunda b del grupo cuarto que llevaba casi una década sin pisar 2ª División, con un estadio pequeño, y con un césped imprevisible, pero que tenía, precisamente en esos defectos, muchas de sus fortalezas, y que, a buen seguro, intentaría complicarle el trabajo.

El partido de ida, el 26 de Octubre de 2006, incluso la lluvia estaba de lado de los humildes. A nadie le molestó en la grada, un mar de paraguas. Ni en el campo, dónde el Écija presionó infatigable. Sí que pesó al Real Madrid, ahogado por la falta de espacio y el estado del césped.

Un jovencísimo Nolito, que desconocía entonces la importancia que tendrían aquellos regates en su carrera, bastó para volver loco a Miguel Torres y a todo un campeón de Europa. Quién lo diría. Mario Carrizosa y Ronaldo. Beckham y Capa. Reyes y Pichardo…

El 1-1 de la Ida, que dio casi la vuelta al mundo, alertó a los de Capello para la Vuelta en el Bernabéu, a la que acudieron todos las estrellas. Diego López, Sergio Ramos, Javi García, Beckham, Reyes, Cassano, Van Nistelrooy y el mismísimo Ronaldo. La expectación que creó el partido se reflejó claramente en las gradas: 47 000 personas para ver un partido de las primeras rondas de Copa ante un equipo infinitamente inferior. Y no defraudó.

Nadie contaba con las estrellas del modesto. Pepe Díaz, Pedro, Requena, Jorge García, o los mencionados Nolito, Capa y Pichardo. Nadie contaba tampoco con que el pueblo, totalmente rendido al juego y al sacrificio de los jugadores, se movilizara de la forma que lo hizo para animar a los suyos. 7 000 estrellas circulando hacia la capital con el bendito objetivo de disfrutar. Disfrutar del viaje, de la ocasión histórica, del fútbol. Infinidad de autobuses rodeando el estadio, trenes vestidos de azul, metros que parecían el Trompo. Cada ecijano que deambulaba ese 9 de noviembre, hace hoy 9 años, por Madrid, sabe lo que significa el éxtasis futbolístico.

La primera mitad fue ecijana. Pepe Díaz la tuvo dos veces. Una la falló, y la segunda ocasión se la quitaron entre Pavón, aquel de los Zidanes y Pavones, y el árbitro (Álvarez Izquierdo, por si no lo recuerdan). El Écija jugó mejor, con criterio, y lo peleó todo.

La segunda ya fue diferente. Las fuerzas se diluyeron con el pendenciero paso de los minutos. Las esperanzas se perdieron entre goles del Madrid. Y el pez grande se comió al chico. El 5-1 final dio alas a los medios, que al día siguiente dijeron que nos habían devuelto a la realidad, que habían acabado con nuestras ilusiones. Puede que fuera verdad, pero no era importante. Ya lo habíamos disfrutado. Para los equipos pequeños, y para sus aficiones, para los que no acostumbran a escenarios así, lo verdaderamente importante es el camino, no el marcador. Y en eso, ganamos de largo. Crear problemas durante partido y medio a un club todopoderoso, quedarte a las puertas de eliminar a un campeón, sin duda, es salir victorioso. Como lo es que miles de personas se movilicen para ver a un club tan humilde. Hacerlos llorar de alegría y de rabia, y brindarles un recuerdo tan enorme, indiscutiblemente, es ser campeones.

Yo vi a todo un Instituto saltar con una radio, que, escondida entre mochilas, anunciaba el cruce esperado. Vi a O Rei en el San Pablo. Y a mi padre y a mi madre, por primera vez en sus vidas, sentados también allí. Vi al Écija Balompié, en el Bernabéu, plantar cara al Real Madrid.

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